domingo, 2 de septiembre de 2012

Cántico al poema 2


 
El poema es mi emblema.
Es como la sangre que fluye por el cuerpo
Que estando siempre en movimiento
Te da vida y te llena.

Es como la gasolina de un coche
Funcionando día y noche,
Hasta que el dueño lo aparca
Y con pasos cansados se aleja.

Cierto que la poesía es muy cansada.
Eso es una gran verdad.
Pero también hay otra realidad
Que la poesía siempre guarda.

Y es que la poesía es generosa.
Si, podrá sonaros raro lo dicho,
Pero más adelante veréis porque digo
Semejante afirmación de semejante cosa.

Cuando un poeta escribe una poesía,
Es porque hay algo que siente
Que normalmente quiere compartir en compañía,
Y en ocasiones, solo, con su propia mente.

Los poemas, muchas veces,
Son reescritos o simplemente editados
Como si se tratara de corregir dictados,
Donde los sentimientos desaparecen.

Exacto, hay un momento creativo
Y otro momento más mecánico,
Que os juro, a veces de tanto esfuerzo baja el ánimo.
Pero sin métrica muchos poemas son poco atractivos.

Y ahí está, erre que erre el poeta,
Haciendo poema, tras poema,
Gastando horas de su vida
En palabras, en versos, en estrofas... en poesía.

 ¿Porque alguien gastaría tanto tiempo
En algo tan mal remunerado
Cuando hay oficios de más reconocimiento
Y mucho mejor pagados?

En mi caso, la respuesta es bien sencilla:
Lo que yo encuentro en la poesía
Es un mundo entero a explorar
Por unos ojos algo diferentes a lo normal.

Y al escribir lo que veo,
No me siento normal sino poderoso,
Pues tengo la suerte de ser generoso
Al poder dejar que me lea desde el espiritual al ateo.

Y lo mejor de todo es que cuando yo escribo,
Una de las cosas que consigo
Es aprender de mi mismo y de mi entorno,
Pues mi subconsciente se plasma en las letras y deja de ser adorno.

Por ello en mi caso como en bastantes más, la poesía es generosa,
Pues no solo nos es un medio de expresión asegurado,
También nos da conocimiento propio y ajeno no esperado,
Y eso, sumando poesía tras poesía, no es poca cosa.


domingo, 5 de agosto de 2012

El camino


Luces de neón aparecen,
Luminosas, en una calle de Paris.
Colores rojos son los que se mecen
Sobre el vestido de una puta que dice:
“Os lo dejo en cinco si venís.”

¡Bienvenidos a la ciudad del amor!
Donde vino y mujeres no faltan
Para aquellos que no tienen temor
A ser unos egoístas burgueses
Que por una moneda más matan.

Ellos se follan con despreocupación
A esas fulanas de sonrisa falsa
Que con tiempo y con gran vocación
Ocultan todo su sufrimiento,
Para que sus chulos no las metan en casa.

Por si no lo sabéis, cuando eso sucede,
Los chulos las golpean con la fuerza
De una bestia, que quiere y no puede
Salir de una jaula pequeña y sin salida
Que debilita su esperanza de que alguien aparezca.

Así que ambos, perras y perros
Se sienten oprimidos, solos y vacíos
En un lugar donde los “peros”
Se pagan con una cantidad de sangre
Que podría llenar con facilidad mil ríos.

¡Bienvenidos de nuevo señores y señoras!
¡Bienvenidos a la ciudad del llanto oculto!

Espero que empecéis a ver la similitud
Entre mi historia de prostitución
Y el comportamiento de la multitud
Que tiene lugar hoy, en el presente
Y que nace en casas de buena o mala decoración.

Todo lo dicho antes paso en el siglo diecinueve
Cerca de un Moulin Rouge magnánimo.
Tanto tiempo ha pasado y esta tendencia no se mueve...
¿Como hemos podido dejar que “la cultura”
Controle nuestra personalidad y estado de ánimo?

 “Trabajamos por que es necesario”
Me sigue haciendo tanta gracia esta frase...
¿Como no va a ser necesario
Trabajar de lo que buenamente se oferte
Si el hombre compite contra otro y cuando “gana”, vase?

Por suerte, ya hay mucha gente
Que pone en duda este sistema
Explotador, codicioso y muy carente
De un corazón que lata por todos.
Si. Ese será el nuevo emblema.

A todos ellos les doy fuerza con mi poema
Y a los demás les digo: “despertad”
Pues precisamente en este tema
Ahora tienen la excusa de cambiar
Y de vivir con la cabeza bien alta, en libertad.

jueves, 26 de julio de 2012

El jardín de metal



El pequeño Tom está atrapado
En un inmenso jardín de metal
Que frecuentemente es visitado
Por un gorila y su amada vestal.

El gorila, grandón desmedido,
De pies blandos pero manos duras,
Mira sutil a Tom, precavido
De que este no descubra sus dudas.

Él, Apoya en la vestal sus garras,
Aparentando una coherencia
Que una vez tuvo firme apariencia
De ser correcta, y de ser justa.

La vestal le sonríe y le adula,
Guardándose para sus adentros
El fuerte temor de verse nula
En ojos de un padre anti insurrectos. 

Ella, cansada de un falso oficio
Que no le hace bien ni le agrada
Busca en Tom la respuesta anhelada
Pues este no busca beneficio.

Tom, mantiene silencio sentado,
Mirando el duro y frío terreno.
No parece nervioso ni tenso,
Aún en mal entorno está sereno.

Este, guarda punzantes preguntas 
Que no son creadas desde el rencor
Sino desde el más cristalino amor,
Que solo tiene intenciones santas.

¿Porque contra mi utilizan metal?
¿Hermano, padre... me tenéis miedo?
¿Porque seguir siendo mono y vestal
Y no unirnos en amor sincero?

¿Tanto mal veis en la espontaneidad
Que me retenéis en este sitio?
¿Mejor es huir de la libertad?
¿Que no os pongan en tela de juicio?

Tres personas hay en la superficie:
Un padre que oculta sus afectos;
Un hermano que oculta sus gustos;
Un niño que muere por segundos.

Cántico al poema


Poema, mi querido amor,
¿Porque siempre apareciste
Cuando más tú lo sentiste
Y no jugaste a mi favor?

Claro debiera quedaros
Que yo siempre fui melancólico
Y que solo un suave tónico
Me hacia escribir a rabiar

¡Y que poemas hacía!
Aunque sus pobres destinos,
Eran poco agradecidos
Y aún así yo siempre escribía

Aún así sigo creando
Siendo esclavo de poemas
Que siguen creando eczemas
En un corazón que aún late.